martes, diciembre 26, 2006

Return


Eran demasiadas coincidencias. Primero, la fecha: otra vez víspera de Navidad. Después, el trayecto: de Santiago al piso de los viejos en Vilaboa. Tercero, la carga: el aguinaldo (por qué lo seguimos llamando cesta, cuando hace siglos que las empresas hacen sus regalitos en cajas?). Pero lo que cerraba el círculo era el disco de Dr. Calypso: el mismo que iba escuchando hace (exactamente) un año, cuando tuve el accidente. Ya lo daba por perdido (se fue con aquel amasijo de hierros para el desguace) pero los líos de papeleo hicieron que tuviese que entrar en contacto con el tío que compró el Toyota Acordeón y pudiese recuperarlo. Justo a tiempo para reeditar el vuelve a casa por carretera. Era un déjà vu tan impresionante que hasta a Robert Anton Wilson se le hubiesen puesto los pelos de punta.

Me senté en el asiento del conductor y encendí el coche. Miré el disco. Tenía tantos rayazos en la cara inferior que dudé de que llegase a sonar. Era cierto que nadie me obligaba a ponerlo precisamente en ese viaje. Podía dejar el de los Bassotti, la banda sonora habitual del Santiago-Coruña (si llegaba al peaje durante "Revolution Rock", es que estaba haciendo un buen tiempo). O, incluso, encender la radio. Era tan tarde que ya no había riesgo de que Javier Ruiz asomase por el dial.

Pero no hice ninguna de las dos cosas.

Las pelis de Hollywood, las que realmente han formado el imaginario colectivo de toda una generación, nos han dotado de auténticos lemas para utilizar en momentos clave. Por ejemplo, si dos macizas en bikini hacen proposiciones deshonestas a un Richard Gere obsesionado con atrapar a su némesis, lo más probable es que él, con la mirada perdida, esboce media sonrisa y responda con un “Quizás más tarde” que todos sabemos que nunca llegará. Y en todo telefilme de mediodía que se precie, alguien dirá al protagonista cuando se enfrenta a un momento crucial en su vida: “Si huyes ahora, te pasarás la vida huyendo”. Ésa fue la frase que resonó en mi cabeza.

Sabía que tenía que repetirlo, paso por paso: volver de Santiago para Nochebuena con la cesta de Navidad en el maletero y escuchando Dr. Calypso. Sólo me permití una licencia sobre el guión original: esta vez, elegiría la autopista. Porque, desde hace meses, es lo que hago siempre.

Para un supersticioso por transpiración como yo, suponía todo un desafío. Pero sabía que sólo si lo hacía así volvería a ser dueño de mi destino. Como el joven Anakin, yo también podía notar mi lucha interior.

Salí del garaje y enfilé el Periférico. Encendí el CD y los Calypso me saludaron: “Bona nit!”. Lo era.

Apenas habían sonado un par de acordes cuando ya supe que no tenía nada que temer.

“To San Francisco / from Mauritania / to Hong Kong City / a long long trip”.

Había olvidado que la primera canción era “Return”.

Fue Luís a eso de las 10:43 p. m.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Y se rompió el hechizo... no hay dos iguales aunque bien mirado nada ha cambiado de un año para otro; también esta vez te has salvado.

27 diciembre, 2006 08:44  
Blogger Marcos Sanluis said...

Bravo.

27 diciembre, 2006 20:57  

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